La Aldea (The Village)

the-village-creatureIgnacio, como tantas veces, se sorprendió a sí mismo soñando despierto. Extrañaba la aldea en algún nivel enfermo de su inmadurez. Ya hacía 8 años que había podido escapar. Pero era tan duro aquí afuera…

Había nacido y crecido en la aldea. La aldea la fundaron los eternos y la aislaron lo mejor que pudieron de la modernidad. En ese bosque de Philadelphia en el mismo centro un caserío precario con una estética dieciochentesca vivían pacíficamente un buen número de familias todas sometidas rigurosamente al control de sus mayores.

Los eternos, para que nadie pudiese escapar, habían creado cuasi litúrgicamente los demonios, que rondaban amenazantes en todo aquello que no fuese aldea, al menos en la narrativa sempiterna, que era lo que habían escuchado toda la vida.

Nadie podía cruzar el límite donde habitaban los demonios, sería automáticamente devorado por el canto sirenaico (con s de sirena) de la seducción luciferina y consecuentemente devorado y destruido en pedazos.

Cada tanto los eternos se disfrazaban de demonios, cosa que hacían curiosamente bien y aterraban a la aldea para que nadie perdiese el temor de Dios. Obviamente solo ellos eran los iniciados gnósticos capaces de conocer realidades superiores, el habitante de la aldea solo podía conocer lo administrado por ellos, nada más. Toda aspiración ulterior de conocer más se convertía en una enferma soberbia de ir más allá de las propias posibilidades, de no conformarse ni adecuarse al hecho de no ser uno de los eternos, que no solo conocían más, sino que jugaban en otra liga, con otras normas, y por supuesto, tomaban otras bebidas.

Todo eso ya había quedado atrás hacía ocho años, con la gran rebelión de los plebeyos, inexplicablemente un verano, un agosto terrible, no se sabe si por el calor húmedo del bosque o por el verde avasallante de la época, o por el sofocante manto de la narrativa sempiterna, nadie sabe en realidad por qué, que es lo más sabrosamente liberador de toda decisión no saber por qué se toma, un grupo de jóvenes perdió el miedo a los demonios y se aventuró en el bosque, navegando a fuer de libertad pura, de respirar riesgo, de querer ser idénticos a sí mismos.

En 4 o 5 días de marcha lograron por primera vez conocer la civilización. Sus ojos no podían creer lo que veían cuando por primera vez en su vida vieron ese carromato metálico, sin caballos, que se mueve a sí mismo. Era todo magia. La tecnología es magia si uno no se ha acostumbrado a ella. Era también magia ese espejo de realidades no presentes en esos marcos cuadrados y brillantes totalmente luminosos, con luminosidad propia, mágico, auténticamente mágico. Todo, absolutamente todo era nuevo y distinto. Agresivamente distinto. Dolía tanta diversidad, dolía tanto ejercicio del libre arbitrio que exigía esta nueva situación.

Ese era el problema de Ignacio, en cierto modo enfermo, después de dos años extrañaba la aldea, todavía. Tenía añoranza, saudade del puerto, pero era un puerto que para siempre estaría envuelto en terribles tormentas para él. Era un puerto al que no podía volver sin riesgo de estrellarse contra el malecón. Un puerto eternamente envuelto en huracanes con nombres y apellido, como los del caribe, pero de personas históricas que habían trazado cicatrices profundas en su alma que todavía no conseguía sanar, ni superar. Cicatrices causadas con formones de abuso emocional y espiritual. Miedos fosilizados por la extorsión sobrenatural de carnales usurpadores del santo trono de Dios, con la pretensión de hablar en su nombre, para calzarle a los demás con la mirada y la legislación de un esperpento carnal degenerado el sacrosanto punto de vista del Altísimo. Es la prostitución del Verbo, menudo modo de encarnarlo, es la prostitución del Santo de los Santos, para hacerlo caber en un relato humano, demasiado humano, nietzcheano, depravado y depravante. Y usarlo para un chantaje manipulativo emocional y sobrenatural ocupando el lugar Santo.

Recordaba el grupo que en su momento logró escapar. Ignacio intentó hacer un sumario de las dificultades que sufrieron y que todavía sufrían al día de hoy.

Podría resumirse todo en inmadurez. Inmadurez multifocal. Inmadurez de muchos planos. Inmadurez pluridimensional.

La aldea los había tullido para ser libres y responsables. Eran hombres grandes, pero fuera de la aldea parecían una banda de adolescentes inmaduros. No estaban entrenados para ser libres, no habían tenido oportunidad, hasta lo más mínimo era regulado por el Ojo de los eternos, ahora estaban en un mundo agresivo y seductor, y tenían que decidir por sí mismos, con discernimiento, qué era lo bueno y qué lo malo, y no sabían, no sabían medir las consecuencias de regularse totalmente por sí mismos.

Habían vivido toda la vida sin espacio para el error, para poder equivocarse, no tenían experiencia sana y benévola de sus propios errores. Todo error era dramatizado al infinito por el eterno de turno, era motivo de condena y de burla social, y de ese modo poder convertirlos en un instrumento de moldeado, en negativo, de la mirada, del Ojo de los eternos. Ese miedo les privó la posibilidad de ser para sí mismos, se habían acostumbrados a ser para la expectativa de los eternos, la falta de experiencia pacífica del error los castró del aprendizaje de la apropiación de sí mismos. Pero estaban en un mundo nuevo, al cual no les importaba el error, algunos no lo llamaban error, otros lo aplaudían y para otros era atractivo. Esto también era y es agresivo, a los ponchazos aprendieron, algunos, a experimentar el error como algo humano, sin disculparlo, sin dramatizarlo. Pero otros, muchos, nunca aprendieron, muchos se dejaron seducir y dejaron de llamar error al error. Otros, muchos también, siguieron tilingamente condicionados por el síndrome de Estocolmo, nunca pudieron escapar del todo de las cicatrices de la mirada láser de los eternos, nunca pudieron distinguir la efigie de Dios de la voz payasesca del bufón que grazna por el hueco en la boca del busto del Altísimo.

Por momentos Ignacio, se revolvía impotente, ¡El tiempo que me hicieron perder en la aldea! Todo el tiempo que estuve allí no tuve más que “maestros de aldea”. El gran problema de la educación es que si uno no se compara es imposible percibir si lo que está recibiendo es mediocre o no. La percepción de la atrofia es imposible hasta que uno se topa con un maestro de verdad, ahí se da amargamente cuenta del tiempo perdido, cuando mira alrededor a jóvenes 10 años menores y con el mismo nivel intelectual. ¿Por qué? No tuvieron “maestros de aldea”, fueron confrontados con los mejores, con estudiosos en serio, desde el mismo inicio de su aprendizaje. Todavía se acordaba y le daba rabia y se reía a la vez de aquellos que tenían por único método “el dictado”, porque en realidad no tenían nada para decir, a duras penas habían podido preparar su “apuntecito”… y lo dictaban. ¿Y el otro que por miedo prohibió que se le hicieran preguntas? Eso sí, se las podían pasar por escrito así el las estudiaba… y la próxima clase te las respondía. Hubiese sido gracioso si no mediase una pérdida de tiempo grotesca. Pobrecitos nosotros, se repetía Ignacio, una parodia de formación intelectual.

Lo más atroz de la aldea fue no saber entrenar para la vida, o entrenar mal, lo que es peor, los entrenó o los debería haber entrenado (porque en realidad la verdadera dificultad de vivir fuera de la aldea la descubrieron mucho después) para luchar con tigres practicando con gatitos recién nacidos. Y ahí van… orgullosos por haber vencido todo tipo de mininos caminando hacia la boca del tigre feroz, que los despotaría a muchos de ellos, miembro por miembro, con crueldad y paciencia, sin prisa y sin demora. Repito, los entrenaron con gatitos para pretender combatir tigres. Y no estoy hablando de demonios externos, estoy hablando de demonios atigrados internos. Estoy hablando de la soledad del aldeano. En una aldea, tibiecita, nadie sabe ni remotamente como manejar ese monstruo, hasta que un eterno en su sabiduría, y quedándose en su tibiecita aldea, con un Johnny Walker de por medio, viviendo canibalísticamente (vampirísticamente siendo más precisos, alimentándose para fortalecerse de lo mejor del otro) de las lisonjas y calor aldeano, envía, en el paroxismo del martirio entusiástico (del otro, nunca de sí mismo) a un aldeano a no sé que pueblo perdido, de no sé que lugar. Ahí, el verdadero tigre se lo morfa, ese tigre del cual irresponsablemente nadie le había hablado de manera realista. Mientras el resto de la aldea vive vampirísticamente del prestigio que surge de la sangre de esos despojos humanos estrellados contra realidades respecto de las cuales ni en el más remoto de los sueños podrían imaginar que existiesen, ni mucho menos estar medianamente preparados. Y del otro lado, en una cálida aldea, Johnny Walker de por medio, el eterno se defiende en virtud de la sangre de ese despojo estrellado, del cual el mismo es verdugo diciendo, no sin cierta compunción, “¿cómo podríamos estar equivocados?¡Miren el heroísmo martirial de los miembros de la aldea! Mientras….. continúa el baño de sangre que él mismo ha provocado.

Los disfrazaron de una espiritualidad forjada en un substancialismo aristotélico solipsista, pobre Aristóteles, absolvámoslo de toda culpa, culpables son los genios que en el siglo XXI quisieron crear una aldea del siglo IV A.C. Bestias inhumanas, que se hicieron ciegas a sí mismas, incapaces de comprender el delicadísimo entramado de la identidad humana compuesta de la riquísima urdimbre de otros que tejen lo que somos en nuestra vida, por supuesto, emergiendo en todo nuestra voluntad insoslayable, irrenunciable, insustituible de sostener el hilo y las agujas.

Fue en una tórrida mañana de otro agosto, de un agosto de ocho años después, que Ignacio comprometió hasta la última fibra de su alma en convertirse en cirujano. No cualquier cirujano, sino en el mejor de todos. No cualquier cirujano, no de aquellos que entierran el escalpelo en tejidos carnales. No su cirugía era infinitamente más compleja y de consecuencias mucho más graves que la muerte. Decidió convertirse en cirujano de sí mismo. Decidió extirpar el tumor cancroso de todo lo negativo vivido en la aldea. Pero con una salvedad, el corte debía ser microscópico, el cáncer no debía llevarse consigo nada de lo bueno allí recibido. Extirpar el cáncer y nada más que el cáncer. No podía convertir ese periodo de su vida en un agujero negro y hacer como muchos hacían: Todo fue cáncer. No, esto era lo mismo que perforar su alma con una maldición divina y fatalista, estuviste condenado a que te robaran esos años. No podía construirse a sí mismo sobre semejante ciénaga apocalíptica de la propia identidad.

No podía, tampoco, dejar nada de lo malo y llamarlo bueno, porque era el modo ofrecer a Moloc el holocausto de su libertad, era ser para siempre esclavo, era ser para siempre lo que Ellos habrían querido que fuese, aun en su desgracia.

Solo había una laberíntica solución. Convertirse en un terco, tosco, obstinado y pertinaz cirujano que con infinita paciencia pusiera en discusión cada célula de la que estaba hecho y con crueldad lebrélica separara las degeneradas de aquellas que eran el fundamento de su energía vital.

Ese agosto, el octavo de su renacimiento, en un sórdido monoambiente de los barrios bajos de Philly, Ignacio, con lágrimas en los ojos y vuelto sobre sí en posición fetal en el suelo del apartamento, se juró que cada inhalación suya, cada latido de su corazón, cada impulso de sus bríos anímicos se invertirían en ser libre del infierno de los otros y esclavo del Ser y de lo mejor de sí mismo.

Hopeful

10 comentarios en “La Aldea (The Village)

  1. Excelente la narración, ya que jamás pasó. Terrible y dramático si hubiese pasado. De todos modos, vayan nuestras oraciones para Ignacio, para los que salieron de la aldea, y por los que se animen a salir. Y, también, por los que queden adentro.
    Aprovecho para desear una feliz y santa Navidad. Que el Niñito Dios que viene a salvarnos, renazca en nuestros corazones

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  2. Buenos dias. Me han pedido ayudarlos a hacer lo que se llama «revisionismo histórico» es decir la diferencia entre el relato y la realidad.

    Dos temas han puesto como objeto de investigación: 1. la Tartacha y 2. Solarium.

    Antes de comenzar quiero decirles que no fue fácil el acceso a los archivos de la Aldea o Corpo. Aparentemente hubo un cambio de «método». Según narran uno de los interventores que fisicamente no era gordo sino Delgado se «llevo» parte de los archivos que nunca devolvió…ello provoco la existencia de archivos «oficiales» y archivos «pa la gilada». Cuentan de unas bolsas plásticas negras en alguna habitación de via uganda listas por si aparecía algún inspector allá por el 2010 cuando armo en lío.

    Vayamos a los temas importantes.

    1. La Tartacha: según en relato oral, seria una vecina de la Aldea (prolifica como Eleuteria Peralta…) que era mencionada como «quinto tema del capitulo de la aldea».

    2. Solarium: un flor de tipo, de buen corazón pero no intelectual sino eminentemente practico. DIO SU VIDA POR LA ALDEA, era multifuncional y estaba a disposición de todos y todas. Según los archivos allá por el 96 lo jodieron: lo eligieron jefe de la tribu y ese fue su fin. Comentan que el Irreprochable antes de comenzar la elección del nuevo jefe largo «por casualidad» su nombre…lo cual provoco el ejercicio del libre albedrío se activase en todos los convocados y la decisión fue unamime: Solarium presidente!. Pero era todo falso, «le hacían la paralela». El pobre sufrió mucho y quizás le afecto la salud. Fue desterrado, degradado y luego difamado y calumniado…y dejo la Aldea sin pena ni gloria…y fue borrado de los archivos… pese a que dio la vida por la Aldea… como muchos otros que figuran en los archivos en una carpeta que encontré con el nombre: TRAIDORES.

    Esto me dejo muy confundido pues, según lo que he leído, Solarium como tantos otros en esa carpeta dieron la vida por la Aldea…

    Seguiremos investigando

    Saludos cordiales

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  3. Escrito brillante. Señala pasos de importancia capital que hay que dar… cada Ignacio debe extirpar de si la mentira que esclaviza y abrazar y hacer crecer las semillas de verdad que nos dan la libertad de los hijos de Dios.
    Gracias! Muchas gracias ! Nos hemos despojado del miedo y estamos manos a la obra.

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  4. Muy bueno! Igual estoy esperando alguna nueva biografía de algún ilustre personaje de Aquellarre… quisiera sugerir la del escribano (ojo con la rima) preferido del Irreprochable, odierno vice-supremo, organizador de bibliotecas en el Sacro Colegio… y senatore a vita.

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    • Estimado

      Respecto a su pedido hemos investigado (en lo que hemos podido) los archivos de la Aldea sobre «il Senatore a Vita». Según parece llego a la Aldea en la segunda fundación, es decir dopo Tirasus. Llamo la atención del Irreprochable su juventud, prosapia, inteligencia…y…sus labios. De hecho (aparentemente) uno de sus sobrenombres era: «labios». El Irreprochable solía agarrárselos…jugando… claro…
      Luego durante la escritura de los codices institucionales de la Aldea el y sus camaradas se «posicionaron». Cierto con la aprobación y favor de EL, sin lo cual esto era imposible. De allí secretario personal…Eterna, superior del colegio de la eterna, director de la provincia, consejero mataracico, eterno, y en una movida rapida entro en Palazzo San Calixto y allí le gusto y se quedo. Cierto, el era ademas responsable de ciertas aéreas de la Aldea que nunca visito pues estaba muy ocupado. Tampoco obviamente tenia tiempo para practicar la «Aventura Misionera» a la cual el junto con los otros eternos, mandaba a mansalva gente inexperta que terminaban mal…»confía en Dios…quien obedece no se equivoca, el superior te da la misión y Dios (per forza!) te dará la gracia.
      como habrá cambiado este muchacho, que cuentan, que ni su consanguíneo le tiene confianza. Le teme.
      Una salvedad, en los archivos apareció un documento que quisieron cajonear. Nada grave. parece que participo en un Cumbiovium.

      saludos cordiales.

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  5. Me trajo a la memoria las historias de mil y una noche, después de vaciar al mejor estilo de benjamin cuanta botella se cruzó por el camino, y decidir la exportacion de la aldea a fundaciones off shore……como el famoso proyect que empezaba con K…..cuántos ignacios quedaron en el comino sin que nadie se acuerde de ellos…….en realidad, porque dejaron de existir cuando entraron a la aldea……Y si al alucinado mayor se le agregan los cardenales (estoy hablando de pajaros) que decidian fundaciones sin el mas minimo sensus ecclesiae ya que participaban del mismo virus libertino de Benjamin…….Dios se está encargando de hacer derecho aquello que no era

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