De diez desviaciones psicológicas de formadores y de superiores (2-2)

  1. 10220Padre castrador

        Es aquél en quien el “no” es la primera palabra, la primera respuesta y, muchas veces, inapelablemente la última. Cuando tiene que dar un “sí”, lo hace con extremo disgusto y haciéndole notar y pesar al súbdito su disgusto. Tiene la extraña habilidad de hacer sentir culpable al súbdito, cuando no tiene más remedio que concederle algo. Las opiniones del castrador tienen valor absoluto y, por consiguiente, son absolutamente erradas las opiniones de los demás.

        Pero el castrador asume un cariz especial cuando, en vez de potenciar los dones de los súbditos –que es característico de la (buena y única verdadera) paternidad– se limita a identificarlos claramente para, después, ponerlos a su servicio personal. Si un súbdito es un gran violinista, no lo va a ayudar dándole tiempo para practicar, mejorar e incluso componer, sino que le va a pedir que grabe, para después editar un CD… con la firma y nombre del padre castrador, el cual resulta normalmente ser sólo un mediocre violinista. Pero claro: como a la “causa” conviene que el padre tenga cada vez más y mejor fama, entonces todo es válido. Las mejores partituras de violín aparecerán con su firma. Al fin de cuentas, se trata del primado del bien común sobre el bien personal (doctrina que en su forma unilateral constituye la forma mentis de todo totalitarismo, y en la cual se confunde el bonum totius con el bonum commune).

        El problema es que, en este caso, el bien común se termina identificando con el bien particular del padre castrador.

        Es un caso muy serio. Quizás, el más alejado de la auténtica paternidad. Porque es propio del padre gozar con el crecimiento y el desarrollo de los hijos; pero es propio del narcisista y no buen padre, el procurar servirse de los dones de los hijos para crecer él mismo. El castrador se da el gusto de elevarse pisoteando las cabezas de los súbditos. Muchas veces, parte del engaño es la “sobrenaturalización”: se trata de convencer a lo súbditos de que es falta de humildad reclamar la pertenencia personal de la fructificación de sus dones, y de que hacen un gran mérito cuando sirven de soporte al padre fun…strador.

  1. Padre sobreprotector

        No es el que busca lo mejor para el súbdito, aunque se autoconvence de ello. En efecto, en ese caso no habría problemas; todos los padres serían sobreprotectores. Pero en el formato del sobreprotector hay algo más. Porque busca lo mejor, se preocupa excesivamente de garantizar(se) lo mejor para el súbdito y por no permitir bajo ningún respecto que siquiera la apariencia de error bordee el alma del súbdito. Y entonces no lo protege, lo sobreprotege. Le evita cualquier “mal”, le ahorra caminos, le impide experimentar…

        Consecuencia inmediata: lo asfixia y lo mata. La sobreprotección constituye un asesinato psicológico en el presente y una hipoteca gravísima para la vida futura, porque el acento se pone en que el resultado inmediato obedezca al orden preestablecido y no se prepara a la persona para vivir. No le interesa formar la libertad para que la persona libremente se autoconstruya y tome las riendas de su vida. El sobreprotector se sustituye a la persona sobreprotegida, impidiéndole tomar sus propias decisiones “para que no se equivoque” y tomando en lugar de ella las decisiones que ella hubiera tenido que tomar. De esa manera el sobreprotector se garantiza el acierto (?) de la persona sobreprotegida, se garantiza que el resultado obtenido sea el correcto –es decir, el querido por él–. “Mirá, como vos sos buen religioso, estaba seguro de que ibas a elegir lo mismo que yo, así que yo decidí por vos”– le dijo hace ya un par de décadas un superior (de los eternos) a un súbdito.

        Es que el padre sobreprotector toma posesión de espacios del hijo que no le pertenecen: la experiencia es personal y el crecimiento, personal, requiere la respuesta personal a las experiencias personales. Pero no. El sobreprotector no puede sustraerse a su afán de dominio, a su necesidad de que el otro, cuando dice “yo” lo diga a través de él, es decir, del yo del sobreprotector. La relación de paternidad-maternidad-formación es la excusa ideal para canalizar el afán de dominio, que es un hambre que devora todo, un apetito más fuerte que el apetito sexual.

        Un ejemplo clarísimo de esto se puede indicar en el caso de las superioras o superiores que eligen el director espiritual de la súbdita o súbdito. Si no se lo mandan explícitamente, le dan mil vueltas hasta que la persona se doblega y termina por aceptar el efectivo mandato que, en las apariencias, le es presentado con los adornos de un consejo o simple sugerencia. Si la persona insiste y elige otro, se lo hacen sentir con bromas, con enfados, creándole dificultades para coordinar los encuentros, dificultándole los medios para encontrarlo –todo esto abiertamente contrario a la explícita voluntad de la Iglesia Católica–.

        Otro ejemplo clarísimo es el de las superioras que les dicen a las súbditas: Ahora vienen las votaciones para… Bueno: tienen que votar a ésta, a ésta y a esta otra. Literal y altamente frecuente.

        La consecuencia de la sobreprotección es que se termina formando personalidades no robustas, no sólidas, no preparadas para la libertad responsable, o bien personalidades rígidas y apegadas inflexiblemente a la norma, incapaces de leer la realidad, de distinguir un árbol y un segmento.

  1. Padre manipulador

        Es incapaz de formar. Es incapaz de hacer crecer. Incapaz de lograr que la persona desarrolle desde su profundidad interior lo mejor de sí, todo lo que puede dar. Etimológicamente, no tiene autoridad.

        El padre manipulador constituye la figura según la cual los hijos, los súbditos están y viven en función de él. No los forma, los usa. Como el sobreprotector, los maneja imponiéndole las propias opciones, los propios puntos de vista, los propios gustos; los descalifica incluso públicamente cuando tienen un gusto distinto del suyo… pero aquí, a diferencia del caso anterior, todo se orienta a hacer del súbdito una función del superior.

        El manipulador vive para sí mismo y hace girar todo en torno a sí. Por eso es esencialmente un repetidor. Frecuentemente víctima de formadores marcados por las desviaciones arriba indicadas, sufre también la consecuencia propia de dichas desviaciones: repite la cantilena aprendida, el adoctrinamiento, y no sabe hacer otra cosa que generar lamentables copias de sí mismo.

        Precisamente porque vive en función de sí mismo, el manipulador necesita imperiosamente un séquito de sidieguistas. Aprovecha el “magnetismo” que su posición le confiere para atraer hacia sí y, al mismo tiempo, para calificar o descalificar, para humillar o ensalzar públicamente, movido por cuestiones afectivas, en orden a configurar el ghetto cerrado de los fieles a ultranza.

        Los que lo reflejen, es decir, aquellos en los que se sienta reflejado, que obedezcan perfectamente a su modelo, serán automáticamente, como él lo ha sido en su momento, el “buen espíritu” y, por consiguiente, candidatos a ser formadores. Aquellos en quienes no se sienta reflejado serán el “mal espíritu”, aquellos a los que habrá que relegar y marginar, aquellos a los que no se deberá confiar responsabilidades y a los que habrá que vigilar cuidadosamente.

        Por la relación de dependencia del formando hacia el formador y por el obvio mecanismo de mérito-recompensa, el formando va a asimilar la idea de que lo bueno es ser como el formador, parecérsele. Así, va siendo cada vez menos él mismo, y se va transformando cada vez más en algo artificial.

        Cuando, después, el que es reconocido como fiel producto es elevado al rango de formador o beneficiado con responsabilidades, obra exactamente del mismo modo, según todo lo dicho arriba. Pero si no es elevado ni hecho partícipe bajo ningún respecto o solamente de manera lejana y baja, entonces es sólo cuestión de tiempo que alguna vez “choque” con lo que, en su sana y cuerda juventud, solía llamar “realidad”, y empiece a recuperar la memoria. Allí, toda la sobreestructura se resquebraja y descascara y, ante la crisis, quedan solamente dos salidas: tirar todo por la borda o bien reinventarse asumiendo el presente, recogiendo del pasado lo que se pueda recoger, y creciendo de golpe. Esto segundo es difícil, pero valioso. Ciertamente no confirma todo el pésimo itinerario formativo como bueno, porque es un buen resultado no per se sino per accidens.

  1. Padre omnisciente

        Es un formato quizás menos corriente entre los varones, más frecuente entre las mujeres (la madre omnisciente, claro está). El motivo de la distinta frecuencia se encuentra, muy probablemente, en la preocupante incapacidad penetrativa de los principios que aqueja a muchas mujeres: cuando esto se traslada al plano de la formación y del gobierno, el resultado es catastrófico. Pero no solo toca a las mujeres, como acabamos de indicar: hemos conocido varones profundamente aquejados por esta alarmante incapacidad de asimilación real de los principios.

        El “omnisciente” es quien reposa en su obrar imprudente y temerario sobre el tergiversado presupuesto de que tiene la gracia de estado. Así, interpreta la gracia de estado como una invisible varita mágica en virtud de la cual siempre acertará, incluso en las más intrincadas materias, porque… es “el Superior”. Presume de gozar de una iluminación habitual en orden a encontrar siempre la mejor salida práctica –e incluso, a veces, especulativa, con pasmante pertinacia; aunque parezca mentira, hasta este extremo absurdo llegan algunos: nos consta–. No ha entendido lo que es la gracia de estado; ni siquiera lo que es la gracia.

        El perfil del omnisciente se encuentra perfectamente reflejado en el siguiente ejemplo, del ámbito femenino. En una comunidad de La Mancha había hecho su ingreso una joven con importantes estudios de arquitectura. Un día, la superiora, hablando con otras hermanas acerca de ciertas reformas edilicias que había que hacer, pasó cerca de donde estaba esta joven. La joven le hizo notar que, en realidad, por la estructura del edificio y otros motivos, convenía encarar las reformas de otra manera. Respuesta: “Vos serás arquitecta, pero la que tiene la gracia de estado soy yo”. Amén. La designación como Superiora equivale a un título en Harvard.

        Si la Superiora del ejemplo hubiera sido fiel a la gracia de estado: 1) se habría comportado con más humildad, 2) habría pedido consejo a quien entiende en la materia [la moción al cual consejo es el movimiento ordinario de la gracia de estado], 3) habría sabido ordenar los dones de los miembros de la comunidad para beneficio común. Pero no: para la Superiora, la gracia de estado es la posibilidad permanente del milagro de acertar sin consultar, sin haber estudiado ni haberse preparado, y legítimamente obtenida en razón del decreto por el cual fue designada como Superiora.

        ¿No será que acaso han fallado quienes la han elegido o promovido?

        –“¡No!”.

        –“¿Por qué «no»?”.

        –“Porque las que la designaron como superiora son las Superioras mayores”.

        –“¿Y?”.

        –“Y, como son Superioras mayores tienen la gracia de estado”.

        –“¿Y?”.

        –“Como tienen la gracia de estado, no se equivocan”.

        Y, así, la ingenua muchachita formateada a fuego para defender lo indefendible propone en su argumentación un proceso al infinito (la Superiora no falla porque tiene la gracia de estado; y fue elegida correctamente, porque las que la eligieron no fallaron; no fallaron porque tienen la gracia de estado, y así al infinito) sin siquiera sospechar que, al hacerlo, está negando filosóficamente las tres primeras vías que demuestran la existencia de Dios. Paciencia: es el tomismo que estudian en esos ambientes y la capacidad de morder la realidad que los caracteriza.

        ¡Pobre realidad! Jamás hubo realidad tan masacrada a mordiscones como la realidad de los que conocen así a santo Tomás. Efectivamente, la muerden. Pareciera que le tuvieran bronca[1].

        Por supuesto, el omnisciente invocará a su favor los textos de los santos y buscará apoyo en san Bernardino, el cual recuerda que cuando Dios elige a alguien para una función le da las gracias necesarias para llevar a cabo adecuadamente lo que la función comporta. Pero el presupuesto desde el cual lanzan la cita y la manera de interpretarla son, ambos, equivocados. Ante todo, porque identifican la designación humana como Superiora con la positiva voluntad divina de una vocación precisa en la historia de la salvación (que es de lo que habla san Bernardino). Además, y en continuación directa con lo anterior, porque presuponen, como se dijo más arriba, que la designación por mediación humana refleja directa y rectilíneamente el beneplácito divino. Por último, porque no entienden bien qué cosa sean esas “gracias necesarias”: no es el hábito permanente de la iluminación milagrosa, no es un lumen propheticum in agendo, sino la gracia para ser una buena Superiora. La gracia para ser una buena Superiora mueve a dialogar, a escuchar, a conocer a las personas, a promover sus dones particulares y su desarrollo pleno, a orientar los dones de los miembros para el enriquecimiento común, a pedir consejo a quien sabe más en las cosas en las que sabe más y a reconocer humilde y abiertamente los propios errores.

        Pero, no. La Superiora nunca se equivoca. Al menos, no hay que dar esa impresión a las súbditas. Porque “si les das esa impresión, vas a perder autoridad”. Esta última soflama procede de la “gracia de estado” de una Superiora mayor.

  1. Padre corruptor

        No nos referimos aquí a los desórdenes en el ámbito de non nominandis. La corrupción a que nos referimos no es, quizás, tan vergonzosa y, no obstante ello, es mucho más grave. Bajo cierto aspecto, se lo puede encuadrar en la categoría del manipulador, en cuanto que usa su poder, su magnetismo, su función, para prácticamente coaccionar al súbdito en vistas de un resultado; pero aquí el respecto es otro: se trata de lo que genera en el súbdito, la corrupción del alma, bajo apariencia de bien.

        “Quedándose ellos al acecho, le enviaron unos espías, que fingieran ser justos, para sorprenderle en alguna palabra y poderle entregar” (Lc 20,20). Sabemos del p. NN, que confesó estar escandalizado de la persecución desatada contra el p. HH, de la cual es testigo directo porque el superior lo mandaba a preguntarle cosas para tener argumentos en contra del sospechado. Es exactamente lo que hace el corruptor. Usa la persona para plegarla a su modo de proceder tortuoso y oscuro y la hace cómplice en el tender trampas al prójimo. “Andá, preguntále a NN tal cosa, a ver qué te dice”… Y el joven seminarista va, convencido de hacer un acto de obediencia, de hacer méritos, de agradar a Dios, y contentísimo de anotarse un punto en la escala de hombres de confianza del superior… Ni se le pasa por la cabeza la posibilidad de sustraerse a tal mandato: eso sería desconfiar del superior. La persona, el prójimo, la caridad… todo eso no cuenta: es lícito tenderle una trampa o indagar ocultamente qué es lo que piensa, para después informar al superior. Porque el superior después lo va a corregir, para su bien.

        De esa manera el mandante corrompe porque, bajo la capa de virtud –en este caso, de la obediencia– y usando el peso de su autoridad, termina formando obsecuentes, soplones y traidores, personas de un hablar hipócrita e incapaces de entablar una efectiva y real amistad, que se mueven bajo el criterio de ser gratos al superior. Como a la ejecución perfecta de las trampas, de las pequeñas “misiones secretas” sigue una recompensa, el súbdito le empieza a tomar el gusto a la situación, y termina corrompiéndose, asumiendo un modus operandi.

        Al corruptor le conviene un súbdito así, y al corrompido le conviene la situación generada: ventaja para los dos.

        Desventaja para la vida religiosa.

  1. Padre montanista

        Montano se consideraba casi como una encarnación del Espíritu Santo, el vehículo privilegiado de la voz del Espíritu Santo para los demás.

        En la práctica, hemos conocido innumerables Montano.

        No es casual que este formato asuma el perfil de una antigua herejía. En efecto, es un cuadro configurado por graves errores teológicos. Algunos se indicarán en el siguiente párrafo.

        El padre montanista considera que ante todo tiene a su cargo el alma del súbdito (mientras la responsabilidad primaria del alma de cada uno es de cada uno). Por consiguiente, de él depende en gran parte procurar la santificación del alma del súbdito (sustituyéndose a la actividad del Espíritu Santo). De donde se sigue que es una gran responsabilidad suya el lograr la santidad del súbdito (atribuyéndose una responsabilidad que no le corresponde). Pero, como para alcanzar la santidad hace falta llevar la cruz, necesariamente considera parte principal de su oficio “probar” al súbdito. En consecuencia, asumirá como un auténtico deber de estado el mortificar al súbdito, para que el súbdito haga méritos, se crucifique y se haga santo –con lo cual abdicará de su función de padre para asumir la de verdugo–.

        En este formato –mucho más común de lo que el común de los mortales pueda imaginar– confluyen varios errores de principio. Ante todo, la presunción del superior de convertirse en canal directo e infalible de la gracia para el súbdito. Esta presunción está normalmente acompañada, aunque no se identifica con ella, por la convicción de que todo lo que decida el superior es “voluntad de Dios”, con lo cual se convierte al superior en un ícono mágico, un oráculo cuya función es la de una máquina expendedora de “voluntades de Dios”; en este caso, el superior que se autocomprende en este modo y el súbdito mal formado, confunden miserablemente el beneplácito divino con los caminos mediante los cuales per accidens Dios puede llevar un alma a la santidad. Son graves y casi increíbles errores teológicos en materias tan fundamentales como decisivas, pero claramente explicables en el marco de una formación sumergida en el hiperactivismo y en la cual no se deja espacio para la meditación teológica y filosófica, único modo en el que se pueden asimilar profundamente los contenidos. Pero además, de la presunción recién indicada, cabe señalar el presupuesto sofístico de que, porque el súbdito está obligado a “buscar” la cruz, el superior tiene el deber de procurar crucificarlo.

        Que yo no tenga que huir ante la cruz, no le da a nadie el derecho de crucificarme.

        El shibolet de este formato es el siguiente: “Tenéme confianza, lo hago por tu bien”. Así, bajo (presunta) razón de bien, hacen el mal, hacen daño, lastiman y mortifican, todo lo cual se muestra contrario a la recomendación de san Pablo y no puede encontrar apoyo alguno en los evangelios. Esto es muy grave por dos motivos: primero, porque se invoca la cruz de manera errada y falaz para justificar injusticias (incluso a veces ocurre que los superiores mayores a quienes el súbdito recurre se escudan en esta doctrina para disimular o esconder su poca valentía para enfrentar y corregir las injusticias); segundo, porque, como se obra bajo razón de bien, la persona que empieza a entrar por este carril se vuelve difícilmente corregible.

        Damos un ejemplo muy concreto, aunque podríamos multiplicar ejemplos hasta el cansancio. Una súbdita era una chica que tenía un sentimiento muy agudo de la responsabilidad. Entonces, ¿qué hacía la superiora? Le encomendaba determinadas responsabilidades y, cuando estaba a punto de terminar la tarea, la cambiaba de responsabilidad, para mortificarla, de modo que no se complaciese en la obra terminada. Esa superiora representa un caso paradigmático de lo que se puede llamar “asesinato psicológico”, una verdadera destructora de personalidades, una neurotizadora serial.

        ¡Ay del súbdito cuyo superior se proponga seriamente el objetivo de hacerlo santo! Parafraseando a san Ignacio, podemos asegurar que no hay bestia sobre la faz de la tierra tan temible en la prosecución de su cometido. Tal superior no escatimará medios para lograr tan alto fin, y se empecinará en las coerciones, prédicas, invasión de la conciencia, correcciones, mortificaciones, lo que sea, con tal de lograr que el súbdito llegue a la santidad.

        Un superior que se proponga santificar al súbdito es una de las peores cosas que le pueden ocurrir a un súbdito. Porque nadie se hace santo desde afuera. Y porque ningún superior es el Espíritu Santo. Un superior así es la abominación de la desolación, la destrucción del espíritu más profundo de la vida religiosa, es el hombre que asume el lugar de Dios.

Fr. Mamberto Buonapace


[1] La expresión “morder la realidad” es de uso habitual en el lenguaje interno de algunas congregaciones religiosas. Fue asumida en el mismo con el objetivo de indicar la (presunta) capacidad, que las caracterizaría, de acertar habitualmente en el diagnóstico de los problemas y la aplicación de las soluciones, en una palabra, su sorprendente capacidad de agudo discernimiento. En virtud de esta extraordinaria capacidad de discernimiento, se podría, por ejemplo, enviar gente desde París a Nueva York para que estudien francés. No, no fue, estimado lector, un error de tipeo. Atención, ¡qué va!, tampoco un error de discernimiento: a eso es a lo que llaman “morder la realidad”.

22 comentarios en “De diez desviaciones psicológicas de formadores y de superiores (2-2)

  1. Impecable. Realmente. Difícil hacer semejante decálogo sin caer en repeticiones, pero aquí se ha logrado con largueza. Un texto para leer varias veces. Soy laico y probablemente haya visto y vivido poco de lo que aquí se describe en comparación con quien ha sido religioso o sacerdote en semejantes ambientes. Pero mi escasa experiencia me basta para dar fe de que es real.
    Gracias al autor. Saludos.

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    • Es verdad lo que dice, al menos en parte. Acaece frecuentemente que, cuando los ‘hijos’ empiezan a recuperar la cordura o a ver sin más, son tildados como caprichosos, desobedientes, rebeldes, quejosos, mentirosos, críticos y tantas otras cosas, por parte de los ‘padres’ o ‘formadores’ ejemplificados arriba.
      La maledicencia es uno de los precios que deben pagar quienes procuren liberarse de los ciegos mecanismos de trituración humana presentados bajo razón de bien. En el caso, en cambio, de los ‘hijos’ que deciden no-ver y se amputan el cerebro, el resultado es el opuesto: la aceptación incondicional y el premio, la promoción y las cartas de recomendación.

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    • Rosita, quizas un hijo se pervierta. Ahora bien, el padre de ese hijo, no ha colaborado a esa pervercion? No lo ha pervertido él? Y a veces los que simplemente dan una opinión diversa son considerados malos hijos. Me hace acordar al kirchnerismo esa actitud. A veces los superiores de algunas congregaciones se parecen a Sicoli en la campania sucia contra Macri. Lamentable realmente. ..

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    • No sabía que era de Lacan. Esa idea la expresa así Fernández Flórez: «El polvo avanza como humo hacia los sembrados y se acumula en la cuneta tan fino y tamizado y suave que tienta a apoyar la mano en su blando montón en busca de ese placer —que también procura la harina en la artesa, la nieve en el campo y la arena en la bajamar—, en el que entra en parte el sentido del tacto y en parte la secreta complacencia de imponer a lo virginal nuestro sello.»

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      • Lo que me duele es que se haga tanto mal, tanto de un lado como del otro. Y yo soy el primero en pedir perdón y misericordia, por lo que hago mal y las consecuencias que eso trae. «El que esté sin pecado que tire la primera piedra».
        Me duele el mal que se hace a tantas almas y que se hacen ustedes mismos. Creo en mi humilde opinión que no se está haciendo lo que se enseña en el Evangelio, y lo que han enseñado los Santo Padres.
        Es mi humilde opinión. yo lo único que quiero es el bien para todos, y no sólo el bien, sino el mayor bien posible.
        Dios nos perdone y de la gracia y luz necesaria para obrar según su santa voluntad y no la nuestra.

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      • Estimado Anónimo de las 7.54. Lo que narramos nunca sucedió; y si sucedió, es aberrante, anti-cristiano y escandaloso. En este caso, tampoco sería imposible de solucionar: bastaría con pedir perdón, enmendarse, y salir adelante, como podría hacer ud. o yo; pero si en vez de hacer esto se va por todo, aumentando aún más la grieta, victimando a las víctimas y tachándolas de levantiscas, enfermas o conspiradoras, entonces andamos mal. Si es uno o dos los locos, vaya y pase, pero cuando varios y probos dicen lo mismo y a varios se los tacha de enfermos, entonces algo huele mal en Dinamarca. Salu2

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    • Estimado: nadie se esta poniendo en el lugar del Todopoderoso. Jesucristo también hablaba en parabolas y a veces los fariseos se sentian tocados. Porque usted se siente atacado? Acaso el artículo dijo algo de verdadero lo golpeo fuertemente? Y si el artículo es mentiroso y le molesto que se falte a la verdad, podría indicar que es lo que tiene de falsedad este escrito?

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      • Justamente ruso, confirmas lo que digo. ustedes Jesucristo hablando en parábolas y los otros, los fariseos pecadores.
        «Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre. no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; absolved, y se os absolverá. Dad y se os dará; una medida buena y apretada y remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con que medís se os medirá» Lc. 6,37.
        Y mucho más breve en Mt. 7,1. «No juzguéis para que no seáis juzgados. porque el juicio que vosotros hacéis, se aplicará a vosotros, y la medida que usáis, se usará para vosotros».
        y esto que digo, lo digo de hermano a hermano y reconociendo primero mis errores y faltas, las veces que yo juzgo y no debería hacerlo, etc. Yo aconsejo que cada uno busque su santificación, que miremos cada uno nuestra relación personal con Dios, que cada uno busque ser santo y vivir como Dios manda, cumplir su voluntad, si gastásemos mas tiempo en nuestra santificación personal, en ser fieles a lo que un día prometimos a Dios para toda la vida, en la oración, penitencia, estudio, lectura espiritual, preparando los apostolados etc. creo que veríamos distinto muchas cosas. puedo asegurar que si cada uno busca seriamente su santidad la cosa andaría diez veces mejor.

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      • Estimado: yo nunca dije que nosotros eramos «Jesucristo» y los otros los fariseos. Solo hice una analogia . Nada mas. Usted es un buen hombre, por eso le recomiendo que lea bien lo que se escribe. Nadie esta condenado a nadie y yo espero que todos, inclusive mis enemigos, podamos hacer amistad en el cielo. Nunca debemos juzgar personas o intenciones, pero si podemos juzgar hechos. Si en su barrio viviese un violador, sería una locura no denunciarlo. Podemos rezar por su conversión y pedir que se arrepienta. Como católicos que somos lo debemos hacer. Pero eso no quiere decir que no debamos denunciarlo, ya que es un peligro para la sociedad. Muchos de nosotros, si bien deseamos la conversión de todos los pecadores, sentimos en conciencia que se deben denunciar algunas cosas graves, ya que mas escandalo produce el «ocultamiento» y «encubrimiento» de ciertos superiores religiosos hacia sacerdotes que inclusive deberían estar en prision por los abusos que cometieron. Si uno roba no basta el arrepentimiento, se debe restituir lo robado. Si uno falta a la justicia, no solo se pide perdon sino que «se hace justicia». Los superiores de «ciertas » congregaciones son pertinaces en su encubrimiento, por lo tanto debemos denunciarlos, sin dejar de rezar por ellos pidiendo a Jesús por su conversión. Espero haberme explicado bien. De lo contrario, dialoguemos. Hablando se entienden los seres racionales, no digo los hombres, ya que no todos «hacen uso de sus facultades intelectivas».

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      • En resumen, frente a una gravísima situación institucional, el consejo sería un especie de solipsismo monacal: ¡Santifiquémonos y que Dios se encargue de todo!?¿Me equivoco? Espero que no me responda conque simplemente hay que informar a las autoridades y esa es toda la responsabilidad moral del individuo… Comprenderá que ya tienen material informativo exuberante. Y si casos tan brutales como el de Maciel fueron encubiertos totalmente por el ahora San Juan Pablo II, ¿Qué le hace pensar que con este caso sería distinto? La posibilidad moderna y fáctica de publicar algo y que todo el mundo lo lea es lo que ha obligado a la Iglesia terrenal a blanquear casos tan terribles como el de Maciel, ¿por qué cree que en este caso sería distinto?

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  2. Ruso la amistad hay que hacerla aquí en la tierra. según la caridad seremos juzgados y mientras más caridad, más lumen gloriae. es decir, mayor gloria tendremos.
    por lo demás, en el caso que se está poniendo en cuestión, no hay ningún violador ni nadie que haya abusado sexualmente,.
    estoy bien al tanto de lo que pasó, sí es que pasó, y no hay ningún abuso ni violación. es más, en el caso que fuese cierto, jurídicamente hablando tan sólo llegaría a un gesto bruto. por eso no me parece para nada bien lo que hacen. y todo lo demás son habladurías, me dijo mengano, me dijo fulano. cuando los apuras no dicen nada ni tienen nada concreto. aclaro que ya hablé con las dos partes. y creo que no es la manera de obrar la de ustedes. pido disculpas si me equivoco. pero yo lo veo con bastante claridad.
    y parece que no todos buscan el bien de los demás. se ve muy claro en muchos casos.
    estaría bueno poder dialogar, buscando sinceramente el bien. pero yo le he intentado y cuando el otro no quiere ver, no quiere aceptar, no hay con que darle. cuando la cosa está bastante clara o hay que reconocer algo, y aceptar o lo que fuere, humillarse etc. te dicen, ya estoy cansado de discutir, o no responden más.
    yo me retiro del blog. yo de ahora en adelante lo que hago es rezar y hacer penitencia. espero que todos salgamos lo menos lastimado posible. comprometo mis oraciones.
    Dios los bendiga y perdone.

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    • Amigo, lamentablemente no puedo estar de acuerdo con usted. Usted hablo con las dos partes. En mi caso yo no solamente hablé sino que vi y vivi con las dos partes. Violacion no hubo, pero abusos sexuales si. Yo no lo sufrí personalmente, pero si fui testigo ocular de muchos comportamientos indebidos del «Irreprochable». Ademas de ver comportamientos indebidos, yo personalmente sufrí violencia psicológica y manipulación de conciencia por parte de dicho sujeto. Además puedo agregar que conozco a muchas de las víctimas que han sido abusadas y muchas de ellas son gente que dificilmente haría un juicio así sin que fuese cierto. Por lo tanto mi amigo, a mí no solo me la contaron, pude corroborar los relatos con mis vivencias personales. Por eso, informese bien amigo. Papa Noel y los Reyes Magos fueron nuestros padres. Maciel fue considerado un «santo perseguido «. «El Irreprochable» en cuestión ha logrado obtener fama de santidad entre sus seguidores. Pero «los que lo hemos sufrido» sabemos que no es un santo y que le gustan los hombres » jóvenes». Su grado de culpabilidad no lo juzgo, capaz que no es ni culpable moralmente por ser un neurotico. Pero lo más grave no es el , sino quienes lo encubren y quienes siguen alimentando el culto llevandole seminaristas y promoviendo su imagen. Eso muestra un grave problema institucional, ya que encubrir abusadores es un delito, sea penal como civil. Mi amigo, no hay odio ni rencor. Ojalá todos nos encontrasemos en el cielo. Pero Dios nos juzgara por nuestro amor a la verdad. Aquí la verdad es que el Irreprochable tiene afectitos desordenados con jóvenes apuestos. Verdad dolorosa, pero verdad al fin. Lamento si me considera un resentido. Delante de Dios yo obro en conciencia, pues como le dije, no solo me la contaron sino que lo viví. Un abrazo y buen día.

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    • Sobre que cosa es un abuso sexual según el derecho penal, le recomiendo ir a ese link : http://www.consejosdederecho.com.ar
      Un abuso no es solamente y exclusivamente una relacion sexual, como dijo algún superior provincial del Planeta Marte. Si yo manoseo una mujer y esta no consiente y se resiste al manoseo, pero yo sigo obrando contra la voluntad de la victima, estoy abusando sexualmente de ella. En ese artículo esta todo bastante bien explicado.

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  3. Reblogueó esto en Chat de Caféy comentado:
    Excelente Post en Sin Doblez sobre «desviaciones psicológicas de formadores y de superiores» desde el punto de vista de la ‘paternidad’ lo que hace que tenga también aplicaciones en otras areas o esferas.

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